Se habla de la necesidad de que las empresas sean ágiles y es un término muy de moda actualmente, aunque no tiene en realidad nada de nuevo, pues ya hace mucho tiempo que Napoléon dijo aquello a sus soldados de que había dos clases de hombres, los rápidos y los muertos, para que fuesen lo suficientemente espabilados.
Pero parece que ahora esa agilidad a la que se hace referencia tiene más que ver con la rapidez en la toma de decisiones y la capacidad de adaptarse al mercado.
Y aquí las pequeñas empresas tenemos nuestras ventajas, pues podemos tomar decisiones con mucha más rapidez que las grandes y mal haríamos si no aprovechamos este punto fuerte para ir por delante en el mercado, como por cierto le pasa ya a algunas pequeñas nuevas empresas.
¿Por qué cuesta tanto tomar decisiones y hacer cambios en las empresas no agiles?:
- Porque muchas veces supone salir de la famosa zona de confort o zona conocida y esa incomodidad inicial no la quieren pasar y eso que si no hay cambio no hay evolución y si no hay evolución no hay futuro.
- Por demasiadas dudas al faltar la formación necesaria para tomar decisiones estratégicas valientes que supongan un salto hacia delante en nuestra empresa.
- Por no estar todo lo informados que deberíamos y no saber interpretar los datos de nuestra economía y nuestro mercado así como las posibles tendencias para poder analizar con rigor las acciones a poner en marcha.
Y otras razones que también nos bloquean y no nos permiten avanzar en nuevos proyectos volviendo obsoleta a nuestra organización.
Hoy día la alta velocidad de los mercados y sus cambios tecnológicos, sociales y estratégicos no nos permiten retrasar ninguna decisión, ya que entonces otro competidor lo hará antes que nosotros y ya solo podremos ir chupando rueda.
José Carrasco-Fersay Group
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